Por: Valeria Pinedo Miramontes
En el mundo, las sociedades han evolucionado en su forma de comunicarse. Las herramientas digitales de comunicación han logrado que aspectos como el tiempo y el espacio ya no constituyan un obstáculo para el intercambio de información. Desde luego que México no ha quedado inmune a estos cambios. En el país se ha observado un incremento en el uso de medios digitales, lo cual se ha visto reflejado en una mayor facilidad para obtener información y difundirla. Por otro lado, en el ámbito laboral, se enfrenta cada vez más competencia al momento de presentarse como candidato para un puesto de trabajo, por lo que el número de individuos que desean iniciar o completar sus estudios a nivel superior, o conseguir un segundo grado o posgrado, aumenta constantemente. Sin embargo, existen factores económicos y geográficos (entre otros) que dificultan el acceso de estos individuos a centros educativos, lo que los lleva a enfrentar el dilema de modificar su modo de vida para seguir preparándose, o mantenerlo, pero ver limitadas sus oportunidades de crecimiento.
La creación de universidades en la modalidad a distancia que se valen de tecnologías digitales para el desarrollo de procesos educativos ha resuelto este dilema para un importante sector de la sociedad mexicana, tal como se ve reflejado en la cantidad de aspirantes que responden a las convocatorias de estas instituciones. De igual forma, la creación de cursos a distancia ha brindado la oportunidad a los docentes de desarrollar su práctica de una manera más actual. Dicho de otra forma, se trata de maestros actualizados empleando tecnologías digitales para lograr una nueva y mejor educación.
Con lo anterior, se ha visto favorecida la evolución de la sociedad mexicana al modernizar los procesos educativos y formar individuos más responsables y conscientes de su entorno, capaces de adaptarse a nuevas situaciones y abordar la solución de problemas de forma integral.
Para los docentes en línea, es importante entender el papel que desempeñan en un nuevo modelo educativo del que ya no son el protagonista. Para los docentes con experiencia presencial se plantea el reto de cortar con estrategias que utilizaban en su práctica anterior que brindaban la oportunidad de desarrollar habilidades para facilitar la construcción de conocimientos a sus alumnos, pero que resultan poco eficaces dentro de la modalidad a distancia. Resulta necesario dejar de ver el aprendizaje como un evento con principio y final regido por contenidos y calendarios inflexibles sin tomar en cuenta las nuevas formas de aprender de los alumnos; se debe dejar de ver el aprendizaje como resultado de transmitir conocimientos y verlo como un proceso continuo, consecuencia de la interacción del individuo con su entorno. Dado que en esta era digital los cambios en el entorno se presentan en cuestión de minutos, resulta evidente que el aprendizaje en esta nueva sociedad sea un proceso vertiginoso al que es indispensable entender y adaptarse. Lo anterior obliga a los docentes a convertirse en estudiantes interesados en conocer las actuales herramientas tecnológicas y nuevas formas de aprender para encontrar la manera de adaptar su práctica, de tal forma que resulte efectiva para la sociedad actual.
Dadas las características de autoaprendizaje, inmediatez y tendencia a poner poca atención que comparten los alumnos que participan en cursos en línea, se ha llegado a cuestionar el papel del docente en este tipo de esquemas educativos. Se habla incluso de que ha llegado a ser una figura obsoleta que puede ser sustituida por la gran cantidad de tutoriales y recursos sobre una infinidad de temas disponibles en la red. Sin embargo, se debe tener en cuenta que a pesar de que la autoevaluación es una herramienta indispensable en el proceso de aprendizaje, no es posible determinar el nivel de desempeño académico de un estudiante basándose sólo en este recurso; si así fuera se convertiría en un ejercicio un tanto vacío y difícil de certificar a falta de un experto que avale los conocimientos adquiridos. Por otra parte, no es posible dejar de lado el hecho de que el aprendizaje es un proceso social enriquecido, en gran medida, por la relación alumno-docente,aun cuando se desarrolle en medios virtuales. Si bien es cierta aquella frase que dice “nadie experimenta en cabeza ajena”, también es verdad que una persona no puede cometer todos los errores, y en ese sentido, compartir las experiencias de una persona conocedora de algún tema determinado resulta sumamente útil. Sin el docente, esta parte de la construcción del conocimiento se vería limitada.
En conclusión, es un hecho ineludible que la sociedad está enfrentando cambios en su manera de organizarse, de comunicarse y de aprender. Todos sus miembros deben ser capaces de comprender estos cambios y adaptarse a ellos. Pero no sólo eso, no se trata simplemente de llevar a cabo una modificación radical en la forma de hacer las cosas. Es necesario identificar, valorar y rescatar aquellos elementos de probada utilidad e insustituible función e integrarlos con las nuevas herramientas para hacer frente a la realidad actual de manera responsable, fundamentada y eficiente. Hablar del proceso de aprendizaje no es la excepción.
Desde ningún punto de vista puede, por tanto, plantearse que los principios pedagógicos o el propio docente sean sustituidos por las herramientas digitales. A final de cuentas se trata solo de eso: herramientas que son de utilidad para lograr un objetivo, pero cuyo uso no condiciona la consecución de éste. No hay que olvidar que las personas son quienes construyen conocimiento y son también personas las responsables de transmitirlo.