Una de las principales funciones que distingue el nivel en el que las organizaciones sirven e influyen en las personas, es la administración. Una organización puede tener éxito, alcanzar sus metas y al mismo tiempo cumplir correctamente con sus responsabilidades sociales, si su personal gerencial ejecuta adecuadamente su función; cuando esto sucede es muy factible que se alcancen los objetivos planeados.
El gerente debe contar con la habilidad de ser eficiente y la capacidad de ser eficaz. La eficiencia, se refiere al uso racional de los medios para lograr un objetivo predeterminado (es decir, cumplir una meta con el mínimo de recursos y tiempo disponibles); mientras que la eficacia, es la capacidad de alcanzar el efecto que espera o se desea tras la realización de una acción.
El Desempeño Gerencial se basa en el nivel de eficiencia y eficacia que posee un gerente, lo cual le permite proyectar objetivos y cumplir las metas planeadas. Cumplir con sus compromisos sociales, alcanzarlos y satisfacerlos exitosamente, esto también depende hasta cierto punto de los gerentes.
Actuar bajo estas dos premisas de “eficiencia y eficacia”, sumado a otras características como: la honestidad, empatía, disciplina, creatividad, entusiasmo, entre otras, van formando en el gerente un estado perfecto de liderazgo constante y buen desempeño gerencial lo cual genera dentro de la empresa un clima laboral de respeto, lealtad y motivación en los empleados; esto es ideal para construir empresas líderes en el mercado.
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