Como una nueva forma de trabajo en el Sistema Educativo Mexicano, el Secretario de Educación Esteban Moctezuma propone seguir el esquema de Comunidades Profesionales de Aprendizaje a manera de alternativa para enriquecer el proceso de enseñanza-aprendizaje tal como se lleva a cabo en la actualidad y combatir, al mismo tiempo, el aislamiento en que se desarrolla el trabajo docente.
Recientemente se llevó a cabo la segunda sesión de Consejo Técnico Escolar entre pares para escuelas de educación básica. Como nueva propuesta de trabajo se plantea la “transformación” de las escuelas en Comunidades Profesionales de Aprendizaje (CPA).
Las actividades de la sesión se centraron en tratar de llegar a la comprensión de dicho concepto por parte de los profesores, aunque con base en los comentarios de los asistentes, es difícil asegurar que el objetivo se haya cumplido.
De acuerdo con la definición proporcionada por los coordinadores de la sesión, una CPA es un grupo de personas motivadas por una visión de aprendizaje común, que se apoyan y trabajan unidas buscando nuevas maneras de aprender y propuestas para mejorar el aprendizaje de todos los alumnos (Ver Figura 1).
Figura 1. Proceso de enseñanza-aprendizaje
Esta definición es bastante concreta y resulta un poco complicado comprender la propuesta en su totalidad a partir de ella; por eso, es nuestra responsabilidad como agentes de cambio profundizar en la metodología antes de adoptar una postura. Dado que se trata de un concepto cuyos primeros antecedentes se remontan a varios años atrás, son muchos los artículos al respecto que pueden encontrarse en la red luego de una búsqueda sencilla. Palabras más, palabras menos, la mayoría de las descripciones coinciden.
Una de las características de las CPA que llama particularmente la atención y se encuentra además implícita desde la definición, es la inclusión. La consigna de no dejar a nadie atrás y a nadie por fuera de la educación con la que se ha trabajado a lo largo de diferentes periodos en el sistema educativo mexicano se involucra claramente en el proceso a través de los tres principios que rigen las acciones a seguir; primero es necesario establecer de forma clara los conocimientos, habilidades y destrezas que deben adquirir los estudiantes (este punto se encuentra estrechamente ligado con los programas de estudio). Después es necesario determinar las herramientas y medios adecuados que serán empleados para evaluar si los estudiantes verdaderamente han aprendido (evidencias). Finalmente, hay que establecer las medidas a implementar en caso de que algún(os) estudiante(s) no haya(n) logrado el nivel de aprendizaje deseado.
En este sentido, tal como lo afirma Fernando Trujillo, es fundamental para el funcionamiento de las CPA la reorganización de la comunidad para superar el rezago y conseguir que todos los estudiantes alcancen el mismo nivel de logro en los aprendizajes establecidos dentro de los objetivos. Todo, en un contexto en el que el docente investiga, pregunta, experimenta y enriquece su práctica con la participación ordenada de colegas, autoridades educativas y los propios estudiantes con sus familias en un marco de valores comunes en el que la empatía y la confianza son indispensables.
En pocas palabras, se busca mejorar el aprendizaje a través del desarrollo personal, académico y social de todos los integrantes de la comunidad.
Para lograr lo anterior, es fundamental trabajar de manera colaborativa, compartir experiencias (de éxito y/o problemáticas), estrategias, materiales, métodos, etc., en un ambiente cordial, abierto, flexible y respetuoso, pero sobre todo de manera enfocada y buscando la verdadera articulación en el trayecto formativo. Se trata de lograr, a través del diálogo, la comprensión (y no sólo exposición) de las situaciones problemáticas comunes que se presentan dentro del aula y encontrar de manera conjunta propuestas de solución factibles que puedan implementarse de manera simultánea y evaluarse permanente y objetivamente a través de los resultados de aprendizaje mostrados por los estudiantes con el fin de realizar ajustes o cambios donde se requiera o, en todo caso, establecer como procedimientos “estandarizados” de trabajo cotidiano. En otras palabras, generar un “estilo común de enseñanza-aprendizaje” enriquecido con las aportaciones individuales de cada docente o escuela, según lo enunciaban algunos participantes durante la reunión (Ver Figura 2).
Figura 2. Trabajo colaborativo
Sin embargo, lograr el verdadero trabajo colaborativo en nuestro país es uno de los mayores obstáculos que deben superarse para la implementación de las CPA.
Por un lado, los docentes están acostumbrados a realizar su trabajo de forma individualista y hasta competitiva en muchos casos, dentro de una estructura jerárquica y rígida; se trabaja bajo la premisa de que las estrategias y métodos propios son los más acertados y cualquier recomendación u opinión se percibe como una crítica o censura de la práctica. A propósito de esto, una vez escuché que el trabajo docente es uno de los más solitarios y aislados, precisamente por la actitud de quienes lo desempeñan, lo cual, en el sentido más estricto se contrapone claramente con el carácter social de la educación y que, a pesar de ello, es el pan nuestro de cada día en la mayoría de las escuelas.
Por otro lado, se tienen autoridades que exigen resultados satisfactorios sin involucrarse realmente en la realidad que se vive día a día en las aulas, empleando canales de comunicación deficientes y ofreciendo mínimas herramientas de apoyo y capacitación. Si se toma en cuenta que históricamente los grandes o pequeños cambios en la educación en nuestro país se han dado a través de la imposición de las autoridades educativas, no es difícil adivinar la enorme resistencia al cambio que (justificada o no) existe entre los docentes.
Finalmente, no se puede dejar de señalar la poca o en ocasiones nula disposición de las familias para participar en actividades relacionadas con la formación de los alumnos, ya sea por cuestiones de tiempo, desconocimiento o desinterés.
Echando un vistazo en retrospectiva, es posible darse cuenta de que muchos aspectos que conforman el trabajo de las CPA ya se realizan dentro de nuestro esquema de educación, sin embargo, es evidente que el registro, seguimiento, evaluación y análisis formal de procesos y resultados son las asignaturas pendientes que deben ocupar a los implicados en el sistema. Sería interesante dirigir los esfuerzos e implementar medidas encaminadas en ese sentido desde todos los puntos de vista, dar la bienvenida a propuestas fundamentadas e involucrarnos de manera activa en un proceso de cambio que es ya imprescindible y del que todos somos responsables. Sobra decir que cualquier escenario en el que se logre la mejora en las características de los egresados de cualquier nivel se verá reflejada de manera positiva en distintos ámbitos de la sociedad.
Valeria Pinedo Miramontes