En los últimos años las neurociencias han incursionado en diferentes campos del conocimiento humano, desde la Educación hasta el Marketing. Comprender de qué forma reacciona el cerebro frente a diversos acontecimientos y cuáles estímulos son efectivos, parece ser el objetivo que buscan las neurociencias; el arte no escapa a este propósito.
Se puede saber la razón por la cual un filme es exitoso debido a su trama, los actores que aparecen en él, el estilo de dirección, etc.; las neurociencias y en específico la Neurocinemática, aportan evidencia científica sobre lo que resulta atractivo y significante para los espectadores.
Lo que busca la Neurocinemática es comprender la actividad del encéfalo mediante imágenes de resonancia magnética funcional (o fMRI, por sus siglas en inglés), durante el visionado de un filme; esta nueva disciplina se centra en registrar la acti¬vidad metabólica de encéfalo duran¬te el visionado de una escena de una película como experiencia controlada (Contreras, 2016).
En toda película (sin importar el género) debe existir variación de la actividad cerebral y activación de distintas regiones, ya que todo filme tiene partes que exigen más concentración y otras simplemente atrapan emocionalmente al espectador. En la percepción de una obra, convergen complejos sistemas cognitivos, vivenciales y emocionales que también están determinados por los conceptos culturales (Contreras y Gasca, 2016).
Para desvelar como ocurre esto, Uri Hasson y colaboradores propusieron el nacimiento de una nueva disciplina conocida como Neurocinemática.
Los datos obtenidos en los estudios de Hasson (et al., 2008) sugieren que lograr un control estricto sobre los cerebros de los espectadores durante una película requiere, en la mayoría de los casos, la construcción intencional de la secuencia de la película a través de medios estéticos.
Saber qué imágenes y efectos visuales son más impactantes, qué personajes son convincentes, qué música produce emociones más fuertes, etcétera, es muy importante para tener éxito en taquilla (Cano, 2011).
En el estudio de Hasson se mostraron a los participantes filmes de diferentes géneros cinematográficos como westerns, comedia, suspenso, etc. A través de estos y con ayuda del fMRI mostró la actividad producida en el encéfalo, y aunque logró demostrar lo que se proponía, consideró también que un estudio entre grupos culturales podría permitirnos conocer la actividad cerebral para relacionarlos con las diferencias interculturales.
REFERENCIAS
Cano, S. (2011). Un recorrido por el cerebro en 24 cuadros de horror: Neurocinema. Tercer aniversario Noctambulante. México, Distrito Federal, 2011. Disponible en: https://issuu.com/sesiom/docs/noctambulante
Contreras F. y Gasca, L., (2016). Las emociones del espectador en una experiencia, fotográfica, pictórica y cinematográfica. Praxis & Saber – Vol. 7. Núm. 14 – Julio – Septiembre 2016 – Pág. 165 – 192. Disponible en:
https://www.redalyc.org/jatsRepo/4772/477249927007/477249927007.pdf
Contreras, H. (2016). ¿La neurociencia va al cine?. Ventana indiscreta N.°16. Universidad de Lima. Disponible en:
https://revistas.ulima.edu.pe/index.php/Ventana_indiscreta/article/download/1007/959/
Hasson, U., Landesman, O., Knappmeyer, B., Vallines, I., Rubin, N. y Heeger, D. (2008). Neurocinematics: The neuroscience of film. Volume 2, Issue 1, Summer 2008: 1–26 © Berghahn Journals. Disponible en: http://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download;jsessionid=14A296BFB04A48AD0F6FB56AC130F735?doi=10.1.1.218.1432&rep=rep1&type=pdf
Jesús Emmanuel Martínez Velasco
jemartinez@clea.edu.mx