Las actitudes son disposiciones positivas o negativas hacia un objeto actitudinal; estas poseen tres componentes, a saber: el cognitivo, el afectivo y el conductual.
Durante una entrevista, el entrevistador debe poseer una serie de cualidades que le permitan tener una actitud adecuada durante la misma.
Distintos autores que han investigado sobre las cualidades que precisa un buen entrevistador han subrayado más unas características u otras, o bien han seleccionado algunas en función del modelo teórico al que se inscriben. Además, el nombre asignado a una determinada característica también varía de unos profesionales a otros (Maganto y Cruz, 2013).
Quizá de todas las cualidades deseables en el entrevistador, la empatía es una de las más necesarias para llevar a cabo la técnica.
La empatía es entendida como la capacidad del entrevistador para comprender al paciente en sus preocupaciones cognitivas y emocionales, y ser capaz de trasmitir al paciente dicha comprensión. Es por tanto un camino de ida y vuelta en el que se genera un feed-back receptivo-expresivo (Maganto y Cruz, 2013; Berger, 1987; May, 1999; Newel, I., 1994; Patton, 1990).
La empatía supone, por una parte, ponerse en el lugar del otro, aceptar lo que dice y cómo lo dice, atendiendo al punto de vista y el mundo de valores del paciente. Podríamos considerar que este tipo de actitud en el psicólogo es lo que Bleger (1984) denominó “disociación instrumental”, mecanismo cognitivo y emocional utilizado por el psicólogo como herramienta en su trabajo de evaluación. Esta disociación mantiene al profesional con cierta división interna. Por una parte, el psicólogo muestra una actitud de cercanía emocional con el problema del paciente y, por otra, se mantiene lo suficientemente distante cognitiva y emocionalmente como para permitirse pensar sobre lo que escucha y realizar hipótesis diagnósticas congruentes y válidas.
Este mecanismo, según Cormier y Cormier (1994; citados en Maganto y Cruz, 2013) permite que el psicólogo no se implique emocionalmente hasta el punto de perder la objetividad y la dirección que le compete en el desarrollo de la entrevista.
Si bien es cierto que no siempre es posible colocarnos en los zapatos del otro, durante un proceso clínico es importante comprender lo que refiere el entrevistado; en ocasiones surgen obstáculos por el género, la edad o simplemente por la forma particular en la que cada individuo se percibe a sí mismo y el mundo que le rodea.
REFERENCIAS
Bleger, J. (1984). Temas de Psicología: entrevista y grupos. Buenos Aires: Nueva Visión. Maganto, C. y Cruz, S. (2013). La entrevista psicológica. https://psikodiagnostico.files.wordpress.com/2013/03/psd-la-enrevista-psicdiag-cmm.pdf |
Jesús Emmanuel Martínez Velasco
jemartinez@clea.edu.mx