Introducción
¿Le es familiar este concepto? Procrastinación es la acción de procrastinar, mismo que según la Real Academia Española se define como diferir o aplazar, pero ¿en qué se relaciona esta acción con la pandemia y con nuestra situación emocional derivada de la misma? Veamos algunas de sus implicaciones.
Modo procrastinación
En el modo procrastinación se origina un conflicto en el cerebro, ya que el sistema límbico, que se encarga del placer en el cerebro, pelea con la corteza prefrontal, la zona que planea, de modo que al inclinarnos por una actividad placentera y de corto plazo, damos la victoria al sistema límbico.
Dejando de lado la elección que nos daría bienestar a largo plazo, nuestro cerebro se vuelve adicto a la procrastinación ya que con esta fórmula obtiene dopamina inmediata. Tomando en cuenta que la dopamina modifica la química del cerebro, es muy probable que aun de forma inconsciente, la procrastinación se vuelva habitual.
Papel de la pandemia en la acción de procrastinar
Esta pandemia ha sido un duro golpe emocional para buena parte de la población, trayendo a muchos ansiedad, incertidumbre, estrés y depresión, mismos que, de no tratarse, puede redundar en afecciones crónicas tales como diabetes, obesidad o afecciones cardiacas. Sumergidos en una situación de temor somos más susceptibles de procrastinar, posponer o postergar nuestras labores. Aunado al temor reinante, la imprevista cantidad de tiempo disponible que derivó del encierro recomendado por las autoridades sanitarias resultó abrumadora para muchos, recurriendo también a la procrastinación.
El ciclo recurrente de postergación trae como consecuencia sensación de culpabilidad, pánico, cansancio y ansiedad generando estrés en las personas que lo sufren, ya que contrario a lo que el cerebro percibe a través del sistema límbico, no resulta grato el postergar labores y sabotear nuestra propia productividad.
Superando la procrastinación
Para superar este círculo vicioso, es importante concientizarse del mismo.
Será de gran ayuda hacerse los siguientes cuestionamientos:
¿Cómo me siento el día de hoy?
¿Qué pensamientos nutren mi sentir? Tratar de identificar qué emociones y sentimientos dan origen a mi sentir.
¿De qué manera mi sentir contribuye a mi acción de procrastinar?
Luego de reflexionar lo anterior; los siguientes pasos le serán de gran ayuda:
Empezar con metas alcanzables: la procrastinación es una práctica que engaña nuestra percepción, ya que creemos que los pendientes son grandes y requieren de gran inversión de tiempo para completarse, por lo que se recomienda descomponerlos en pequeñas labores o segmentos, lo que nos ayudará a asimilar la actividad como más llevadera, sencilla y alcanzable.
Trabajar en compañía: la compañía puede ser de gran ayuda y gran fuente de motivación.
Establezca una rutina: una gran herramienta es establecer horarios, ya que estos brindan certeza y marco de acción para alcanzar nuestra meta.
Recompensarse: para crear una asociación mental saludable entre el alcanzar una meta y la recompensa, basta con realizar una pequeña actividad que deje un sabor de boca positivo.
No ser demasiado duro consigo mismo: recordar que somos seres humanos sensibles y no un organismo autómata; esto debe mantenernos motivados y, si se cometen fallas, continuar intentando.
Conclusión
La mejor forma de terminar con la procrastinación, es no dejar para mañana lo que podemos hacer ahora, ¡manos a la obra!
Bibliografía
- Real Academia Española
Recuperado de https://dle.rae.es/procrastinar el 17 de septiembre de 2021.
- Mayo Clinic
Recuperado de https://newsnetwork.mayoclinic.org/discussion/superar-la-procrastinacion-causada-por-la-pandemia/el 17 de septiembre de 2021.
- Hipertextual
Recuperado de https://hipertextual.com/2014/11/por-que-procrastinamos el 17 de septiembre de 2021.
- Entrepreneur
Recuperado de https://www.entrepreneur.com/article/268339 el 17 de septiembre de 2021.
